¿Cómo afecta el uso de ChatGPT a la innovación y la creatividad humana?

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¿Qué es la innovación?, ¿Qué es la creatividad?, ¿En qué medida son ambas desarrollables?, ¿Cómo se afectarán por el uso de herramientas de IA como ChatGPT? Las primeras de esas preguntas están presentes en muchas conversaciones de desarrollo de personas desde hace décadas. La última, apenas es parte de un debate candente y repleto de dudas, nacido hace pocos meses. Un debate que puede ser de una trascendencia enorme, pues toca a uno de los núcleos que nos define como humanos: nuestra capacidad para hacernos preguntas y generar respuestas.

¿Qué es la innovación y qué es la creatividad?

La creatividad está definida por la RAE como la facultad de crear, y crear es producir algo nuevo, algo de la nada. ¿Y la innovación? Pues es definida como la acción y efecto de innovar, que es mudar o alterar algo, introduciendo novedades. Basta pues un rápido vistazo al diccionario para captar rápidamente el matiz que diferencia a ambos conceptos: “crear” tiene fundamentalmente que ver con procurar una generación original e “innovar” tiene que ver con adaptar y modificar algo previamente existente. Es fácil ver que lo segundo es mucho más frecuente que lo primero, y nace básicamente de estar atentos a lo que pasa en el entorno y abiertos a incorporar conocimientos para adaptarnos y mejorar progresivamente la respuesta al mismo.  Y esto es así a escala individual y organizativa.

¿Está todo inventado?

Recuerdo que cuando era niño, fantaseaba con la idea de que, en realidad, los inventos no existen. Solo existen los descubrimientos. La idea era que todo “estaba ahí”. Las posibilidades potencialmente están en la naturaleza, y lo que hacemos como humanos, es irlas desvelando. Bajo esa idea, nadie “inventó” el remo, solo descubrió una fuerza de propulsión en el agua. Nadie un arco y flechas, nadie una rueda, nadie un martillo y así hasta la complejidad tecnológica que nos rodea hoy. En algún momento, alguien “descubrió” que las propiedades semiconductoras del sílice eran idóneas para los microprocesadores, pero no “inventó” el sílice. Y luego, eso sí, alguien inventó un nombre para el lugar donde se concentran las principales empresas relacionadas: Silicon Valley.

Muchos años después, leyendo sobre antropología y evolución humana, me encontré con una idea que me devolvía a aquella fantasía de la niñez. La idea en cuestión era que la evolución (fuerza adaptativa por excelencia), es algo que hace avanzar de manera lenta pero inexorable hacia “mejores soluciones que potencialmente están ahí”. Esto es lo que explica que comunidades humanas primitivas distantes fueran inventando (descubriendo) poco a poco, cosas e ideas que les facilitaban la vida. Y tales ideas (véase el ejemplo del arco y flecha), aparecían tarde o temprano, sin necesidad de contacto previo con otra comunidad humana que ya las usase anteriormente. Por supuesto, cuando ese contacto se da y se transfiere conocimiento de unos lugares a otros, las ideas se copian y se adaptan y la evolución se acelera.

Desarrollo de la innovación y la creatividad

En los programas de desarrollo de competencias (personales y organizativas) en los que participo, el asunto de la innovación sale con frecuencia. Es bastante común observar profesionales que tienen dificultades para ser innovadores y para muchos, es demoledor. Más de una vez me he encontrado con gente desolada por no tener esta faceta más desarrollada. A menudo es gente convencida de que no les tocó más inventiva en “la lotería genética” y que poco más se puede hacer. Sobre la creatividad, puede haber más dudas, pero sobre la innovación, lo tengo claro: ¡Es perfectamente desarrollable! Y cualquiera lo tiene a mano con un método muy sencillo y efectivo. Ese método, consiste en hacer algo que nos enseñaron de pequeños en el colegio a no hacer: mirar a los lados y copiar lo que nos sirva. La innovación se genera organizativamente y se desarrolla individualmente haciendo algo tan “sencillo” como copiar. Estar atentos a lo que pasa alrededor, adoptando una actitud de aprendizaje y de importación de ideas a nuestra propia necesidad. Lo que ocurre a menudo es que, aparte de otras resistencias que no ayudan, mucha gente está tan ocupada por operativas y objetivos diarios que olvida la importancia y la conveniencia de practicar la apertura al aprendizaje. De ahí la importancia de asignarle su tiempo en la agenda y respetarlo. Y tomar consciencia de que, de fondo, es un asunto de actitud, de disposición de tiempo y de acceso a recursos de conocimiento.

Innovación y ChatGPT

Y esa disposición de tiempo y accesibilidad de recursos de conocimiento, es lo que nos facilita extraordinariamente esta herramienta. ChatGPT explora en inmensos océanos de información con una gran rapidez, ofreciendo respuestas que antes requerían muchísimos recursos y esfuerzo. Metafóricamente, es como si la idea de aquel arco y flechas, que tantos miles de años tardó en aparecer espontáneamente aquí y allá (y luego en “viajar” de unas comunidades humanas a otras) fuese ahora sustituida por una rápida consulta desde cualquier lugar del planeta: “dime formas de lanzar un proyectil puntiagudo lejos y con fuerza”. Viendo pues que la primera clave de la innovación es el acceso a información que desconocíamos, es fácil notar que la potencia que tiene ChatGPT y herramientas similares para impulsar la innovación es extraordinaria.  La enorme ventana al mundo que viene siendo internet desde sus inicios, se hace aún mucho más manejable. Si una de las dificultades crecientes venía siendo precisamente filtrar información, la cosa se facilita además extraordinariamente, porque “se filtra sola”. Y lo hace, eso sí, de acuerdo a unos criterios que le son preestablecidos y sobre los que también existe un buen debate.

¿Y cómo se afectará la creatividad?

Pues, ¿Quién lo sabe? Las direcciones en las que distintos expertos alertan sobre los riesgos de la extensión de esta tecnología son varias. Y algunas apuntan a que perdamos capacidad creativa, por encontrarnos las cosas hechas sin esfuerzo. Ya pasó  en la misma manera en los inicios de las calculadoras, cuando había quienes pensaban que iban a traer pérdida en el desarrollo de las capacidades matemáticas. Puede que en parte ocurra así. Cualquiera que genera contenidos para la Web, reconocerá esta secuencia:

1 – Escribes sobre un asunto porque te interesa. Normalmente, te habrás documentado y habrás leído lo que otros dicen sobre ese asunto.

2 – Como te interesa, sigues leyendo sobre el mismo asunto. Un día, abres un artículo o un blog que prometía ser muy interesante y … allí está algo que subiste tú, firmado por otra persona y a veces, corta-pegado en frases literales.

3 – Un tiempo después, son ya varios los enlaces que replican la misma información y se concentran en la primera página de resultados de una búsqueda en Google. Un enorme mundo de posibilidades parece reducido a unos cuantos blogs y artículos destacados, que parecen decir todos lo mismo.

Una mirada optimista al futuro

No se pretende aquí hablar de derechos de autor ni llevar la cuenta de quien copió a quien, sino de apuntar a la posibilidad de que, a fuerza de tener dicha facilidad, corramos el riesgo de dejar de ser originales y nos conformemos con “refritos” con apariencia de originalidad. Para quienes sigan esa dirección, se acabó aquello de “pensar fuera de la caja”. Abusar de ChatGPT en este sentido, se convertiría precisamente en moverse estrictamente dentro de lo generado previamente. Por así decirlo, “asegurarse” que se está “dentro de la caja”. Una caja gigantesca, sí, pero una caja. Te dará algo rápido y aparentemente buenísimo, pero ceñido lógicamente a sus propios límites.

En una visión más optimista, podemos pensar todo lo contrario. La creatividad es bastante misteriosa, pero sin duda se apoya en la curiosidad y amplitud de conocimiento previo. Y ambos pueden ser fuertemente catalizados por el uso de ChatGPT. Si a eso añadimos un previsible futuro con más automatización de tareas y más personas con mucho tiempo de ocio disponible, lo más seguro es que la creatividad florezca y no se vea tan dañada. Y que esa caja gigantesca siga y siga creciendo por aportaciones originales de personas que aprovechan bien los enormes recursos a su alcance.

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